lunes, 7 de marzo de 2011

La alegría enferma



Tengo años de conocer a Larios, sé que es un buen poeta que nos ha regalado un buen puñado de versos en cada uno de sus libros, pero creo, en especial, en su poemario La alegría enferma, logra acercarse con grandeza a los abismos y traernos, para satisfacción nuestra, un ramo de 25 poemas que no han perdido su frescura y la belleza de haber encontrado las palabras justas para iluminar el lado sombrío de nuestra alma. Cada uno de ellos tienen sangre, carne, huesos. La voz del poeta da un salto en el tiempo y logra contagiarnos sus momentos de soledad y de ternura. A cada poema no le sobra ni le falta nada. Cada uno fue trabajado en los hornos de la paciencia, moldeados desde la experiencia y la sabiduría. A cada uno lo recorre una insatisfacción salvaje por la vida que le ha tocado en suerte, un deseo de explorar en los abismos y robarle algo de la belleza a las palabras:
Recapitulación  
Yo que siempre aspiré a ser
el amante perfecto de la soledad
el único hijo de la desesperanza
el esteta del arte de desaparecer
el pescador en el río de la podredumbre
Después de agotar inútilmente
el catálogo de las profesiones equívocas
estoy otra vez en este afanado desempleo
cultivando los mismos fructíferos fracasos.

La inevitable costumbre de Escribir
Este es mi trabajo
arduo y cotidiano
lindo y amargo
simultáneamente:
Encontrar la belleza   del infierno.

Yo también creo, como mi maestro, que para eso se escribe: para Encontrar la belleza   del infierno.

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