viernes, 1 de abril de 2011

El despojo soy yo

Uno no elige sus influencias. Cada vez que el escritor imita un estilo que no le pertenece muere un poco, se debilita. Finalmente el estilo se va formando a través de los ejercicios personales, el sufrimiento propio o los descubrimientos que se hacen a lo largo de la vida. El propósito de este libro fue reunir a través de una selección a un conjunto de escritores que hubieran sido contaminados por el virus de Charles Bukowski: no que se apropiaran de su estilo o escribieran de nuevo los relatos que el viejo ya había escrito con sabia perversidad, sino que compartieran en algo sus obsesiones o su mirada cínica. “Me oculté en los bares porque no quise ocultarme en las fabricas”, escribió Bukowski para quien no existían razones para amar la vida si uno se encuentra sometido al tormento de trabajar ocho horas diarias: un cínico que no se consideraba parte de ninguna patria , ni tampoco de vanguardias literarias o de religiones salvadoras. Siempre a contracorriente de ortodoxias, cosmovisiones, idealismos o hermandades utópicas, la obra de Bukowski corroe la moral que intenta limitar el espíritu lúdico que los hombres necesitan para encarar la angustia cotidiana. Un hedonismo de moribundos recorre los relatos que se presentan en este libro: humor de quienes se asumen condenados a muerte, pero que desean también que la escritura sea parte de su propia vida. Ya Schlegel había descrito las pautas de una arte romántico afirmando que si el artista no crea obras capaces de poseer la personalidad de un amante mas habría valido que no se escribieran nunca. Los escritores reunidos en este libro son distintos entre sí en cuanto cada uno apuesta por un estilo personal, una manera de relatar que si bien está inspirada en Bukowski busca su propio camino o, si se quiere, su propia orfandad. A fin de cuentas uno busca la compañía de sus escritores preferidos para no sentirse tan solo en esta subasta de mercado en que se ha convertido la literatura contemporánea: y, por supuesto, ninguna compañía más incorrecta o dañina que la de Charles Bukowski.
Guillermo Fadanelli

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